
El ejercicio regular puede ayudar a reducir los síntomas de la enfermedad de Parkinson
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El ejercicio regular previene el deterioro de las neuronas vitales para el movimiento en ratones con síntomas de la enfermedad de Parkinson, lo que subraya la importancia de la actividad física en la enfermedad. El descubrimiento también podría conducir a nuevos tratamientos para la enfermedad.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo causado por la pérdida de neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra, un área del cerebro involucrada en el movimiento. Esto puede provocar temblores, pérdida del control motor, deterioro del equilibrio o del habla y otros síntomas.
Investigaciones anteriores han demostrado que el ejercicio intenso puede retrasar la progresión de la enfermedad de Parkinson en sus primeras etapas. Para entender por qué, Paolo Calabresi de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Italia y sus colegas analizaron el efecto de la actividad física en el cerebro de ratones que mostraban síntomas de la enfermedad de Parkinson.
Inyectaron hebras de proteínas anormales características de la enfermedad de Parkinson en el cuerpo estriado, una región del cerebro importante para el movimiento, en 19 ratas. Entre estos ratones, 13 ratas se ejercitaron en una caminadora durante 30 minutos al día, cinco días a la semana durante un mes. El resto se mantuvo estable.
Después de sacrificar a los animales, el equipo lavó rebanadas de sus cerebros en una solución que se une a un marcador de dopamina, lo que hace que emita fluorescencia. Las ratas sedentarias tenían la mitad del número de neuronas productoras de dopamina en la sustancia negra, en promedio, que ratones activos. Esto sugiere que el ejercicio puede proteger a estas células de los efectos nocivos de las proteínas anormales.
Un análisis posterior reveló que las neuronas en el cuerpo estriado de ratas activas mantuvieron la capacidad de fortalecer las conexiones con otras células, un rasgo crucial para la transmisión de señales motoras, mientras que esta propiedad se vio afectada en ratas sedentarias. Los investigadores dicen que esto puede deberse al aumento de los niveles de ciertas proteínas en los cerebros de los animales, como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), que ayuda a las neuronas a sobrevivir y crecer.
Actualmente, no hay terapias aprobadas que prevengan la progresión de la enfermedad de Parkinson, dice Calabresi. Estos hallazgos sugieren que el ejercicio regular puede ser una forma de hacer esto, dice.
El trabajo también podría conducir al desarrollo de nuevos fármacos para la enfermedad. “Una vez que conoce las vías moleculares que provoca el ejercicio, puede imaginar tener medicamentos que imiten esos efectos”, dice David Edelberg, de los Institutos Feinstein para la Investigación Médica en Nueva York. Esto será especialmente beneficioso para las personas con enfermedad de Parkinson que no pueden hacer ejercicio intenso.
Sin embargo, es posible que esta investigación no se traduzca a los humanos, especialmente dado que solo analizó un aspecto de la patogénesis de la enfermedad de Parkinson: las hebras de proteínas anormales. No está claro qué papel juegan estos en la enfermedad, dice Edelberg. De hecho, algunas personas con Parkinson no lo tienen en absoluto, dice.
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