Principios para la inversión pública en innovaciones energéticas climáticamente responsables

Los mercados energéticos desempeñan un papel importante en la economía de EE. UU. tanto a nivel micro como macro. El gasto en energía es un factor importante y volátil en los presupuestos domésticos y los costos de insumos comerciales. Además, la producción y el consumo de energía siguen siendo la mayor fuente de contaminación perjudicial para el clima en la economía de los EE. UU., con daños económicos que ascienden a $ 1 billón anualmente. Sin embargo, los avances tecnológicos en nuevas formas de producir y consumir energía han permitido históricamente el crecimiento económico.

En esta propuesta, expongo la razón fundamental para aumentar drásticamente el gasto federal en investigación y desarrollo (I+D) de energía limpia, junto con pautas sobre cómo se distribuirá el dinero. La investigación financiada con fondos públicos en los Estados Unidos, en el pasado, condujo a avances valiosos en las tecnologías energéticas. Pero Estados Unidos se quedó rezagado en innovación energética, medido tanto por medidas de insumos (p. ej., la parte del PIB gastada en investigación y desarrollo energético) como de productos (p. ej., patentes de energía limpia). La legislación que incluye la Ley de Reducción de la Inflación, la Ley CHIPS, la Ley de Ciencias y la Ley de Infraestructura Bipartidista son un paso en la dirección correcta, pero aún se necesita más inversión federal en investigación y desarrollo.

Figura 1 de la propuesta climática de Hamilton

Propongo los siguientes pilares de la política de innovación energética para aumentar la inversión efectiva: (1) gastar tres veces más apoyo federal en investigación y desarrollo energético; (ii) priorizar las energías limpias, con un enfoque secundario en la seguridad energética; (iii) hacer uso de las mejores prácticas para la selección y evaluación de proyectos; y (iv) beneficiarse de la experiencia del Departamento de Energía de EE. UU., la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Energía y los laboratorios nacionales.

En esta propuesta, me centro en abordar la realidad de la financiación de la I+D: los altos riesgos conducen a grandes recompensas. Debemos reconocer de antemano que el camino hacia el mayor retorno de la inversión en investigación y desarrollo implica algunos fracasos de proyectos individuales. Por lo tanto, esperamos el mayor rendimiento de la cartera de proyectos y no debemos limitar la evaluación a si las inversiones individuales han tenido éxito o no. También analizo políticas complementarias para facilitar la difusión de nuevas tecnologías y apoyar a las antiguas sociedades de combustibles fósiles. Argumento que este enfoque impulsará la innovación, corregirá las fallas del mercado, mejorará la seguridad energética y permitirá una transición más rentable hacia una economía responsable con el clima.

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